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Espíritu, documental en abierto

¿Sabías que el reloj de pulsera se popularizó por un asunto religioso? ¿O que el diseño de la ropa, de los edificios y hasta la manera de cocinar cambiaron radicalmente en el s. XVII, después de que Europa se partiese en dos? ¿Dirías que los sistemas de diseño tienen que ver con todo esto? ¿Es casual que naciesen a pocos kilómetros de Suiza? Y Suiza, ¿por qué son como son y no son nada como Italia? ¿Qué le pasó al mundo en el S. XVI que cambió el diseño del s. XX?

Este corto-documental de tres episodios, titulado Espíritu y producido por el Instituto Tramontana, trata de explicar muchas de esas cuestiones.

El diseño de hoy es hijo de los matrimonios y divorcios de ayer y sólo entendiéndolo y conociéndolo nos hacemos dueños del diseño de mañana. Aquí lo tienes en abierto, para ver y compartir, durante un tiempo limitado.

Dirigir (diseño) desde la cultura

En junio de 2021 arranca la primera edición del Programa de Dirección de Diseño del Instituto, un programa pionero y necesario que forjará a la primera generación de líderes de equipos de diseño que se han preparado, que han estudiado, practicado, anticipado y ejercitado para poder llevar a sus organizaciones a lo más alto. Este es un extracto del dosier del programa


Cuando Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús a principios del s. XVI, quiso que sus integrantes fuesen los líderes intelectuales de la Iglesia. Los jesuitas fueron, son,  ‘soldados’ que escribían, divulgaban, evangelizaban, enseñaban y trabajaban. Decían buscar a Dios en todas las cosas y todas las tareas y estar siempre dispuestos a partir hacia donde se les requiriese. No ha conocido la Iglesia Católica orden más eficaz y competente.

Un buen equipo de diseño debería ser a la organización lo que los Jesuitas fueron a la Iglesia.

El buen liderazgo de diseño piensa y predica, estudia, enseña y ejerce, busca la armonía y la perfección en todas las cosas y en todas encuentra motivo de ser. Igual que hacen los Jesuitas, allá donde existe la organización, actúa el diseño. En todo lugar y en toda forma. Desde el logos al pathos, de la potencia al acto y del propósito al producto.

La Compañía de Jesús se ha declarado unida al Papa por un vínculo de amor y servicio. De de la misma manera, los mejores equipos de diseño han servido e inspirado directamente a la más alta dirección de las empresas en las que existían. A menudo hasta han emanado de esa dirección, siendo su mente ideadora y su brazo ejecutor.

Algunos lo han llamado actitud: una manera de ser, hacer, hablar y estar que se tiene hacia los otros y hacia toda la compañía. Carisma, sin embargo, lo describe mejor. El carisma es consciente, es saberse de una cierta manera y en un cierto lugar. El carisma es la autoritas, trabajada y ganada.

Discurso y comportamiento, ser y estar, vencer y convencer, en el ímpetu de unos misioneros y en la misión de unos diseñadores.

El programa de Dirección de  Diseño empieza en junio de 2021. Son únicamente 12 plazas y el plazo de solicitud está abierto.

El programa de Dirección de Diseño empieza en junio de 2021. Son únicamente 12 plazas y el plazo de solicitud está abierto.

Una insatisfacción que duró diez años

El mismísimo Henry Dreyfuss, uno de los diseñadores más importantes de Estados Unidos, vivió diez años con una insatisfacción.

En 1937 diseñó para Western Electric el teléfono Model 302, el estándar en Estados Unidos durante toda una década. El aparato era abrumadoramente superior a todos los existentes. Estaba moldeado en baquelita para poder producirse en serie y ser más barato. Además, integraba en una sola pieza auricular y micrófono, luciendo íntegro y compacto a los ojos de los usuarios.

Modelo 302 de Henry Dreyfuss para Western Electric

Modelo 302 de Henry Dreyfuss para Western Electric

También era ergonómico: para determinar las dimensiones de la pieza de mano, el equipo de Dreyfuss midió la distancia entre boca y oreja a cientos de personas. Habían creado un teléfono a la medida de Joe y Josephine, los arquetipos del americano y americana medios.

Sin embargo, Dreyfuss no estaba satisfecho; sentía un desasosiego, una incomodidad.

Cada vez que veía cómo esos usuarios trataban el teléfono en entornos y situaciones que él no había contemplado se daba cuenta de que el trabajo no estaba terminado. En la oficina era necesario hablar por teléfono sin manos, a la vez que se escribía a máquina, y ese auricular no se sostenía bien entre el hombro y la cabeza. Y en el hogar familiar, el teléfono pasaba de manos entre Joe, Josephine y los niños muy a menudo, con los consiguientes tirones al cable forrado de tela, haciendo que el terminal acabase por los suelos.

Dreyfuss había diseñado para el usuario, pero no para el contexto. Aplicó criterios de antropometría y descuidó los de antropología. Midió pero no observó.

Una década después, el equipo de Henry Dreyfuss empieza a trabajar en un nuevo modelo, pero con otra aproximación. En 1949 presentan el Model 500: un teléfono de plástico, primero negro y luego en doce colores para adaptarse a cualquier interior, con la pieza de mano más ligera y aplanada, que se sostiene perfectamente entre el hombro y la cabeza, y con un cable flexible en espiral intercambiable por otros de mayor longitud.

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Setenta años después, ese teléfono se sigue usando en muchos hogares y oficinas de Estados Unidos y Henry Dreyfuss es, para muchos de nosotros, el padre del diseño centrado en el usuario.

En el Instituto Tramontana hay un modelo 500 y dos primeras ediciones de sus libros Designing for People y The Measure of Man (pdf) en la biblioteca, en honor a su memoria y su legado.

 

Presentación del programa de iniciación al diseño de interacción

El martes 25 de febrero nos juntamos un grupo grande de gente para conversar sobre los inicios profesionales de quienes van a diseñar las interacciones de mañana. En la misma sala estábamos quienes empiezan en diseño con quienes ya tienen trayectoria; conversamos sobre necesidades y expectativas, y presentamos el Programa Profesional de Iniciación al diseño de Interacción, dirigido por Cristina Arroyo, con Isabella de Cuppis, Mónica Meika y Javier Cañada como profesores titulares y la visita de directores de diseño relevantes, que aportarán visión y contexto a los alumnos.

El programa preparará a doce personas para ser los mejores juniors de 2020, combinando práctica con reflexión, estudio y teoría. Contará con un profesor por cada cuatro alumnos, siempre presente y el padrinazgo de cada alumno por parte de un ex-alumno del Instituto, para ayudarles en su entrada en los círculos profesionales.

Entre presentación, vino y aperitivo, Javier Cañada impartió una clase sobre la relación histórica entre dispositivo, medio, contexto y contenido, en la que se hizo alusión a Marshall McLuhan, a la imprenta, la radio en sus muchas facetas y el poder de lo acústico como canal de inmersividad.

Estas son algunas de las fotos que tomó nuestra fotógrafa Lara Crespo:

El plazo para recibir solicitudes para el programa acaba de empezar y se prolongará hasta mediados de junio 2020. Toda la información está en el dossier, pero si estás interesado para ti o alguien que conozcas, y tienes dudas, escribe a iniciacion@tramontana.net

Lorca y la Argentinita antes que Rosalía y Kanye West

Muy poca gente sabe que Lorca está en Spotify junto a Rosalía y Kanye West. Lorca al piano y la Argentinita en la voz, para ser más precisos. Ambos grabaron en 1931 cinco discos gramofónicos de pizarra de 25 cm y 78 revoluciones por minuto. En total diez canciones que se recopilaron bajo el nombre de Canciones Populares Españolas y son una de las compilaciones con más peso cultural de la historia de nuestro país, por su valor identitario y por ser el reflejo de una España en peligro de extinción. Una España rural, en la que cada aldea era en sí un universo y aquello que cantaban los mayores era el único canal musical.  

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Antes de que se produjera la fusión de la bailaora y cantaora y el poeta, Lorca llevaba años recorriendo España en busca de lo autóctono, de lo auténtico. De hecho, algunos de sus viajes quedaron retratados en Impresiones y Paisajes, el primer libro publicado del autor, en el que narra exactamente lo que promete el título: las impresiones y los paisajes de sus viajes por la España de principios de siglo. 

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A nadie se le escapa la acentuada inquietud armónica del “granaíno”, que antes que poeta fue músico. Estudió piano en su infancia, y más tarde aprendió a tocar la guitarra y a desenvolverse entre los flamencos gitanos del Sacromonte. Pero además de la técnica, Lorca dedicó gran parte de su vida a su investigación, a menudo en origen, que en dicho caso eran los ancianos de los pueblos y ciudades, los últimos bastiones del folclor que se transmitía por el boca a boca. “He estudiado durante diez años el folclore de mi país con sentido de poeta”, afirmó en una ocasión.

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La aparición de la Argentinita en la vida de Lorca se produjo doce años antes de la grabación, cuando la artista actuó en El Maleficio de la Mariposa, la primera obra teatral lorquiana. La artista, nacida en Argentina en el seno de una familia de emigrantes españoles, volvió a España donde hizo despegar su carrera como bailaora en los más grandes teatros y auditorios. Su sello era jugar con el flamenco, el tango, las bulerías y los boleros, generando entre todos los géneros una conversación que le convertiría en la artista mejor pagada de la época. 

La relación entre Lorca y la Argentinita fue siempre muy estrecha. Entre ellos eran la comadre y el compadre, como revela la carta que Lorca le envió a la artista en el verano de 1931 :

Querida comadre… mis hermanillas, que son fervientes admiradoras; de usted, ponen a toda hora los discos que, entre paréntesis, son estupendos.

De tan profunda amistad nació la necesidad de hacer un retrato de esa España profunda, sufridora pero alegre y llena de ritmos. La Argentinita puso la voz, el zapateado y las castañuelas, y Federico la acompañó al piano, y la recopilación tuvo tanto éxito que Lorca decidió incluir algunas de las canciones en sus representaciones teatrales a modo de fin de fiesta.

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El disco que hoy aparece en Spotify, reeditado por Sonifolk, supuso años de trabajo en los estudios de Abbey Road con el fin de mejorar la calidad, ya que la matriz de los discos originales había desaparecido y hubo que registrar el sonido directo de las viejas placas fotográficas, algunas en mal estado. No obstante, el sonido de la pizarra solo amplifica esa nostalgia abrumadora que le envuelve a uno cuando le da al play. Nostalgia del 27, de los cafés, de la España inconexa y tradicional que ya solo a través del arte podemos recordar. Y de entre todos los artes, Lorca sabía que el mejor transmisor de sentimientos era la música: “Con las palabras se dicen cosas humanas; con la música se expresa eso que nadie conoce ni lo puede definir, pero que en todos existe en mayor o menor fuerza. La música es el arte por naturaleza. Podría decirse que es el campo eterno de las ideas”.

De todas las canciones que componen el disco, hay tres que son una radiografía de nuestra historia en unas pocas de notas. La primera es Anda Jaleo, cuyo estribillo, que se remonta al siglo XIX, tiene un sin fin de versiones populares y fue un himno de las filas republicanas en el frente de batalla. La segunda es Los Cuatro Muleros , que además de ser otra de las coplas milicianas que sirvieron como propaganda política, fue declarada Patrimonio inmaterial de Andalucía. La última, “En el Café de Chinitas”, que habla del famoso café malagueño que, fundado en 1857 y a medio camino entre burdel y teatro, llegó a ser el café-teatro más popular de la época, por cuyas tablas pasaron personajes tan ilustres como Manolo Caracol, Estrellita Castro o la misma Argentinita.